Juego limpio

Padre Hugo Tagle

Si no nos portamos bien por convicción, lo tendremos que hacer por temor. La nueva ley anti abusos —“potente y efectiva”, como se ha subrayado— pareciera apuntar en la dirección correcta: castigar severamente los delitos en el mundo financiero.

Lo ideal es actuar siempre correctamente. Pero hay mucho de cierto en eso de que “la ocasión hace al ladrón”. Sí. Somos capaces de lo mejor, pero también de lo peor. En el manejo de los dineros, sobre todo ajenos, se revela muy bien la madera de que estamos hechos.

Algunos creen que el campo de las finanzas es terreno de fronteras difusas, donde caer en el juego de lo ilícito, torcerle la mano a la ley, pasarse de listo, resulta aceptado y “lícito”. Pero no es así. Seamos honestos: sabemos cuándo nos pasamos de la raya y estamos jugando sucio. Abundan los testimonios tristes en esta materia. Se comienza poco a poco, la codicia obnubila, y finalmente, como una bicicleta sin frenos, se pierde el control.

Entre la adrenalina, la sensación de riesgo y la excusa de “todos lo hacen”, finalmente se termina entrampado en mentiras y contradicciones. “Poderoso caballero es don Dinero”, dice Francisco de Quevedo en su célebre poema. Buena la hora en que se deban tomar mayores resguardos en esta materia. Ellos redundarán en mejores negocios, conciencias tranquilas y bienestar real.

Se cuenta que san Francisco de Sales ya en vida gozaba de gran admiración y fama de santo. Pero él, sabiamente, advertía: “No. Más bien recen por mí, ¡soy capaz de lo peor!”. Así es. En cada uno conviven un ángel y un demonio. No hay que dar espacio a la acción del demonio. Si va a desconfiar de alguien, comience desconfiando de usted mismo.

¿Cómo actuar bien, correctamente, en el campo financiero? Lo primero, ¡dejarse aconsejar! Consultar antes de tomar decisiones en el terreno de las platas. Hay seguros sencillos, antiguos como el hilo negro, pero muy razonables (doble firma, rendir cuentas regularmente, auditorías externas, etc.) Puro sentido común.

En algunas empresas europeas obligan a tomar vacaciones anualmente a los empleados ¿La razón? Es una forma astuta de poder revisar todo su desempeño laboral: el computador, su historial anual, archivos laborales, correos. Quizá resulte algo excesivo, pero finalmente le hacen un favor. Quien nada oculta, nada teme.

“Hay que cuidar el capitalismo de los capitalistas” es frase repetida. En efecto, cuidar la libre competencia, el juego limpio en el campo de los negocios, la ganancia en buena lid, redundará en mejores negocios, progreso y beneficios para todos.